martes, 2 de agosto de 2011

La batalla por las células embrionarias





Javier Flores


La investigación con células troncales ha superado un nuevo obstáculo en Estados Unidos con la resolución emitida el pasado 25 de julio por el juez Royce Lamberth, con la que se elimina el suspenso que habían creado las restricciones para el otorgamiento de fondos públicos a proyectos que utilizan las células provenientes de embriones humanos. Este hecho es significativo porque ese mismo juez, atendiendo a las presiones de los grupos conservadores y la Iglesia, había decidido, en agosto de 2010, detener la apertura impulsada por el presidente de ese país. Ahora, con la reciente determinación de Lamberth, la balanza se inclina hacia el lado de Obama y principalmente del avance científico en este campo… pero no de forma definitiva.

La batalla legal en Estados Unidos es sólo una muestra de los múltiples rostros que adquiere el enfrentamiento entre los grupos conservadores –quienes juzgan que es moralmente condenable la utilización de células de embriones humanos– y las organizaciones científicas y civiles, que ven en la investigación con células troncales embrionarias una esperanza para enfrentar enfermedades que hasta ahora son incurables. Los obstáculos para el desarrollo de estas investigaciones en Estados Unidos se fortalecen o se relajan, si llega al poder un gobierno demócrata o republicano, o si, independientemente de quien ocupe la Casa Blanca, las presiones políticas o sociales obligan a los gobernantes a ceder ante alguna de estas posturas.
Hasta ahora las posibilidades de cura con el empleo de células troncales embrionarias (también llamadas células madres) es una esperanza muy bien fundada mediante criterios científicos, pero es sólo eso, una posibilidad hasta ahora hipotética. Por esta razón, la solución definitiva de esta controversia depende en buena medida de que pueda demostrarse la efectividad de estas técnicas en el tratamiento de algunas enfermedades. En mi opinión, la batalla se ganará en los laboratorios y en los hospitales, y no precisamente en los juzgados. Esto obliga a preguntarnos: ¿dónde estamos en materia de investigación clínica en este campo?

Al finalizar la primera década del siglo XXI se produjo un cambio trascendente, pues de las investigaciones de tipo muy básico realizadas en preparaciones aisladas (in vitro) y en modelos animales se ha pasado, por primera vez en la historia, a las pruebas clínicas en humanos. Las patologías o condiciones en las que se realizan estos primeros ensayos son las lesiones de la médula espinal, que producen la pérdida de sensibilidad y parálisis, así como la ausencia de control de la función de la vejiga y el intestino. Por otra parte, se realizan ya las primeras pruebas clínicas para la recuperación de la visión en algunos tipos de ceguera. En estos programas se utilizan células de embriones excedentes creados en las clínicas de reproducción asistida, que de otro modo habrían sido simplemente destruidos, y que son donados para la investigación bajo consentimiento informado.
El 11 de octubre de 2010, la empresa Geron, con sede en California, anunció la realización de la primera prueba en un paciente con una lesión en la médula espinal, dentro de una serie de ensayos en la fase I (orientada a determinar la seguridad y tolerancia al tratamiento), aprobada por la Administración de Alimentos y Fármacos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés). En este caso se emplean células troncales de embriones humanos, conocidas como células progenitoras de oligodendrocitos, a las que se les ha asignado el nombre de GRNOPC1, que han mostrado en estudios in vitro su capacidad de restablecer la mielinización (proceso que permite la recuperación de la transmisión de las señales nerviosas), y en animales, el restablecimiento de la sensibilidad y la locomoción, posteriores a las lesiones espinales.

El 14 de julio de 2011, otra empresa, Advanced Cell Technology, con sede en Massachusets, anunció el comienzo de las pruebas clínicas (fases I/II), también aprobadas por la FDA, para el tratamiento de dos condiciones que producen ceguera, como la distrofia macular de Stargardt, padecimiento hereditario que se manifiesta en personas jóvenes, y la degeneración macular húmeda, que se presenta principalmente en los mayores de 55 años. En estos casos se emplean células pigmentarias de la retina derivadas de células troncales embrionarias humanas (hESC-RPE, por sus siglas en inglés). En estudios en modelos animales, esta técnica ha mostrado la capacidad de restablecer en distintos grados la función visual.

Desde luego, el comienzo de las pruebas clínicas no garantiza la efectividad de estos tratamientos, pero será en esta década cuando estaremos ante respuestas definitivas, con lo que este debate quedará situado en un territorio muy distinto.

Publicado en: http://www.jornada.unam.mx/2011/08/02/opinion/a03a1cie
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lunes, 1 de agosto de 2011

Omega-3 para la retinopatía




INTRODUCCIÓN

La retinopatía - una enfermedad ocular causada por la proliferación de vasos tortuosos donde la sangre gotea en la retina - es la principal causa de ceguera, que afecta a 4.1 millones de estadounidenses con diabetes (un número que se duplicará en los próximos 15 años) y muchos prematuros. Otros siete millones de americanos padecen degeneración macular relacionada con la edad, lo que también aumentará a medida que envejezca la población. La forma más común de esta condición, igualmente es causada por el crecimiento anormal de los vasos sanguíneos.

La capacidad de impedir estas enfermedades “neovasculares” mediante el uso de ácidos grasos omega-3 podría ofrecer enormes ahorros económicos a los sistemas de salud y grandes beneficios a los pacientes. Estos compuestos esenciales están muy concentrados en la retina, y a menudo faltan en las dietas occidentales, que tienden a ser más altas en ácidos grasos omega-6. En nuevos estudios, a los omega-3 se les ha atribuido un interesante mecanismo de protección: un efecto directo sobre el crecimiento de los vasos sanguíneos (angiogénesis) que promueve el crecimiento selectivo de los vasos sanos y la inhibición del crecimiento de los anormales.
Ácidos grasos y la retinopatía

La degeneración macular relacionada con la edad (DMAE) y la retinopatía diabética son dos enfermedades oculares que causan ceguera. La retinopatía del prematuro genera discapacidad visual a través de los años. Un reciente estudio de Przemyslaw Sapieha y colegas (Sci Transl Med 2011;3:69ra12-69ra12) concluye un mecanismo molecular que considera la siguiente hipótesis: el consumo de ácidos grasos n-3 (también llamados ácidos grasos omega-3) poliinsaturados de cadena larga (AGPICL), que se encuentran principalmente en el pescado, protege contra el desarrollo de estas afecciones aftalmológicas. La hipótesis se basa en los datos de observación que apoyan el vínculo entre un aumento de la ingesta dietética de alimentos con AGPICL y menores tasas de DMAE neovascular.


El evento patogénico común de la DMAE y la retinopatía del prematuro es el excesivo desarrollo vascular de los vasos sanguíneos y las fugas en la retina, que conducen a la discapacidad visual. En estudios previos, los investigadores encontraron efectos beneficiosos de la adición de AGPICL n-3 a la dieta de ratones sobre la neovascularización patológica de la retina después de la exposición a una alta presión de oxígeno. El uso de un suplemento que combina dos formas de AGPICL n-3, el ácido docosahexaenoico y el ácido eicosapentaenoico, redujo notablemente el desarrollo de la neovascularización patológica de la retina en este modelo para la retinopatía. La suplementación con AGPICL n-6 no tuvo ningún efecto.

Ahora, los mismos autores examinaron cómo los AGPICL n-3 ejercen sus resultados positivos. Se observaron varias vías implicadas en la conversión de AGPICL n-3 a compuestos que son conocidos por afectar a las células de la retina y el sistema vascular del ojo. Específicamente, contemplaron cuatro enzimas (de las cuales tres son objetivos de medicamentos disponibles) que metabolizan a los AGPICL n-3: la ciclooxigenasa (COX) 1 y 2 y las lipoxigenasas 5-LOX y 12/15-LOX. El celecoxib, que se utiliza para el tratamiento de la artritis, es un inhibidor de la COX-2, mientras que la aspirina y otros antiinflamatorios no esteroideos (AINE), como el ibuprofeno, son inhibidores no selectivos de la COX. A su vez, el zileuton es un inhibidor específico de la 5-LOX que está recomendado para el tratamiento del asma.

Utilizando ratones genéticamente alterados, se determinó que los efectos beneficiosos de los AGPICL n-3 estuvieron mediados por la vía de la 5-LOX. La enzima 5-LOX agrega un grupo hidroxilo a AGPICL para producir AGPICL n-3 hidroxilada y ácido 4-hidroxi-docosahexaenoico (4 HDHA). Los ratones carentes de la enzima 5-LOX (Alox5 -/-) presentaron bajos niveles de 4-HDHA y no se beneficiaron de la suplementación con AGPICL n-3. El grado de desarrollo vascular anormal de la retina fue la misma que la de los ratones Alox5 -/- sin suplementación. En contraste, los roedores que carecían de las otras enzimas presentaron el mismo tipo de respuesta a AGPICL n-3 que los animales tipo salvaje. Los investigadores también encontraron que el 4-HDHA inhibía directamente la angiogénesis, mediante la activación de un factor nuclear, el receptor γ activado por proliferador de peroxisomas (PPAR-γ). Las tiazolidinedionas se unen al PPAR-γ y se utilizan en el tratamiento de la hiperglucemia en la diabetes. Dos fármacos, la rosiglitazona y pioglitazona, han demostrado tener efectos antiangiogénicos.

Este análisis demuestra que los efectos beneficiosos de los ácidos grasos poliinsaturados n-3 de cadena larga (AGPICL) en un modelo murino de retinopatía son mediados a través de la vía de la 5-lipoxigenasa (5-LOX). Este camino es la principal vía enzimática en donde los AGPICL n-3 inhiben la neovascularización patológica mediante la producción de ácido 4-hidroxi-docosahexaenoico (4 HDHA) y el receptor γ activado por proliferador de peroxisomas (PPAR-γ). El celecoxib es un inhibidor específico de la ciclooxigenasa 2 (COX-2), y la aspirina y el ibuprofeno son inhibidores no específicos de la COX. Por otra parte, el zileuton es un inhibidor exclusivo de 5-LOX. Las tiazolidinedionas, que se utilizan para el tratamiento de la diabetes, reducen la neovascularización mediante la activación del PPAR-γ. Los medicamentos que inhiben el factor de crecimiento vascular endotelial (VEGF) se utilizan para el tratamiento de la neovascularización patológica ocular.

La investigación sólo identificó una enzima relevante para el proceso patológico neovascular, pero también descartó la participación de otras (figura 1). Sobre la base de estos datos, el uso de la aspirina y es probable que los AINE no interfieran con los beneficios potenciales de los AGPICL n-3. Respecto al papel de zileuton, un inhibidor específico de 5-LOX, se requiere una mayor investigación para el tratamiento de los pacientes con riesgo de neovascularización patológica.


No existen garantías que lo que funciona en ratones también funcione en seres humanos, a pesar que la relevancia del presente estudio en la DMAE podría ser aclarada a través de los resultados de un ensayo clínico aleatorizado y controlado que está en proceso. El AREDS2 2 (Age-Related Eye Disease Study) está probando el uso de los AGPICL n-3, junto con dos xantofilas, la luteína y la zeaxantina, en el desarrollo de la DMAE neovascular avanzada en personas con riesgo de esta etapa devastadora. Los investigadores también están recogiendo datos sobre el uso de la aspirina y los AINE como parte la investigación. Ciertamente, tomar un suplemento para prevenir una enfermedad o frenar su ritmo de progresión puede ser preferible a las terapias actuales, que incluyen frecuentes inyecciones intraoculares de fármacos con propiedades contra el factor de crecimiento vascular endotelial, la fotocoagulación con láser y la cirugía intraocular, que se asocian con una elevada morbilidad y graves efectos adversos, además del importante costo monetario para el paciente y la sociedad. Dicho esto, parece poco probable que los suplementos nutricionales sustituyan completamente las actuales terapias para las enfermedades de la retina. Sin embargo podrían reducir la carga de las terapias a un costo relativamente bajo.

Fuente bibliográfica
Fatty Acids and Retinopathy
Emily Y. Chew, M.D.
From the Clinical Trials Branch, Division of Epidemiology and Clinical Applications, National Eye Institute, National Institutes of Health, Bethesda, MD.
N Engl J Med 2011; 364:1970-1971


Publicado en: http://www.saval.cl/link.cgi/CienciayMedicina/ProgresosMedicos/21717

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