miércoles, 23 de mayo de 2012

Lucentis y Avastin



Simplificando mucho, el debate sería el siguiente: ¿se puede usar un fármaco para tratar una enfermedad en la que ha demostrado ser eficaz, aunque no esté aprobado oficialmente para esa patología? Ése es el dilema al que se enfrentan a diario los oftalmólogos que tratan la degeneración macular asociada a la edad.

Aunque existe un sólo fármaco autorizado para tratar esta forma de ceguera en el anciano (Lucentis, de laboratorios Novartis); los oftalmólogos utilizan también otro tratamiento, diseñado originalmente para combatir el cáncer, y que no tiene el visto bueno de las autoridades para inyectarse en el ojo (Avastin, de Roche).

El problema se complica porque el tratamiento 'alegal' es 35 veces más barato que el 'oficial': 20 euros frente a 700, aproximadamente. «En teoría, y desde el punto de vista legal, el que se debe usar es ranibizumab (Lucentis)», explica el doctor Luis Fernández-Vega, presidente de la Sociedad Española de Oftalmología. "Únicamente cuando este tratamiento no funciona podemos recurrir a bevacizumab (Avastin) como segunda opción". Sin embargo, reconoce, "la realidad es que muchos especialistas emplean bevacizumab; tal y como comprobamos en un congreso médico reciente en el que gran parte del auditorio levantó la mano cuando preguntamos". Ambas terapias se inyectan dentro del ojo, entre siete y 12 veces al año.

Precio y efectos secundarios

El doctor Jordi Monés, director del Instituto de la Mácula y la Retina de Barcelona, emplea una curiosa metáfora: "Bevacizumab sería el Robin Hood que nos sirvió hasta que llegó el Rey Ricardo. Es decir, el que utilizamos mientras se autorizaba oficialmente el otro". Sin embargo, continúa, cuando el 'monarca' regresó, el 'bandido bueno' no se fue del todo; de manera que ambso fármacos conviven hoy en un extraño limbo legal.

Las dos compañías en juego en esta historia coinciden en declaraciones a ELMUNDO.es: bevacizumab no ha sido ni diseñado ni autorizado para uso intraocular. Por lo que la propia Roche insiste en que "no lo apoya ni lo promueve fuera de lo que indica su ficha técnica, es decir, más allá de los tumores para los que está aprobado (mama, pulmón y colorrectal).

Novartis, por su parte, reconoce que "no puede especular acerca del número de centros que están usando bevacizumab fuera de indicación en España". Tampoco los especialistas se atreven a dar esta cifra, aunque aseguran que los fármacos conviven día a día en los servicios de Oftalmología: tanto en los centros públicos como en los privados, donde, además, el paciente debe correr con la factura.

Un informe de la Sociedad de Farmacia Hospitalaria (SEFH) datado en septiembre de 2011, estimaba que el uso del fármaco no autorizado "supondría un ahorro para el sistema sanitario español del orden de 132,1 millones a 226,7 millones de euros", según el régimen de inyecciones elegido (bien mensual o a demanda, tratando únicamente si la enfermedad progresa).
Hasta ahora, dos estudios (Catt e Iván) han comparado la eficacia de ambos para recuperar la visión en pacientes afectados por degeneración macular húmeda. Como explica Monés, investigador de la Barcelona Macula Foundation, estos ensayos han demostrado una eficacia similar en el control de la agudeza visual, aunque con una tasa de efectos secundarios algo superior para bevacizumab (el antitumoral inyectado en el ojo).

El doctor Fernández-Vega, sin embargo, matiza que las reacciones de bevacizumab «no son clínicamente significativas» y se muestra partidario de que la Agencia Española del Medicamento "permitiese usar bevacizumab [para la degeneración macular] legalmente".

Publicado en: http://www.elmundo.es/elmundosalud/2012/05/23/noticias/1337791302.html
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martes, 22 de mayo de 2012

El número y el tamaño de las drusas no influyen en el riesgo de sufrir neovascularización coroidea.





Las drusas consisten en depósitos blanco amarillentos visibles en el fondo de ojo. Consisten en acúmulos extracelulares de lipofuchina (“deshechos celulares”) en el epitelio pigmentario de la retina. Se consideran lesiones precursoras de la degeneración macular asociada a la edad, junto con los cambios de la pigmentación del fondo de ojo, apareciendo con mayor frecuencia a medida que envejecemos. Por lo general se considera que aparecen en el 25% de las personas mayores de 52 años.

Su aparición supone un riesgo de pérdida de visión debido al desarrollo de degeneración macular asociada a la edad (DMAE), tanto en su forma exudativa como en la seca.

En general se ha considerado hasta ahora que un aumento en su tamaño y en su número suponen un mayor riesgo para la aprición de DMAE, pero un estudio reciente realizado en la Universidad de Pittsburg desmiente esta hipótesis (TR Friberg y col, Invest.Ophthalmol.Vis. Sci., 2012).
Después de evaluar, mediante el análisis de imágenes digitalizadas, 950 ojos, no han encontrado relación entre el área total de drusas, la presencia de drusas de gran tamaño y la presencia de hiperpigmentación con el riesgo de desarrollar neovascularización coroidea.

Publicado en: http://www.oftalmologiavirgendelmar.es/blogs/angel-nacle/2012/05/18/el-numero-y-el-tamano-de-las-drusas-no-influyen-en-el-riesgo-de-sufrir-neovascularizacion-coroidea/

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